sábado, 8 de enero de 2011

PAGAR A LOS POBRES PARA REDUCIR LA POBREZA



Un muy interesante artículo publica Tina Rosenberg en un blog de opinión del New York Times. Traduje algunos párrafos del original en inglés:

“Hasta hace poco Brasil fue el país más desigual del mundo. Hoy, sin embargo, el nivel de la desigualdad económica está disminuyendo a un ritmo más rápido que el de casi cualquier otro país. Entre 2003 y 2009, la renta de los brasileños pobres ha crecido siete veces más que la renta de los brasileños ricos. La pobreza ha disminuido durante ese tiempo del 22 por ciento de la población a 7 por ciento.

Contrasta esto con los Estados Unidos, donde desde 1980 hasta 2005, más de cuatro quintas partes del aumento en los ingresos de los estadounidenses fueron a la parte superior del 1 por ciento de los asalariados. La productividad de los trabajadores estadounidenses de bajos y medianos ingresos aumentó, pero sus ingresos no lo hizo. Si las tendencias actuales continúan, los Estados Unidos pronto podrían ser más desiguales que Brasil.

Hay varios factores que contribuyen a la hazaña asombrosa de Brasil. Pero una parte importante de los logros de Brasil se debe a un único programa social que está transformando la forma en todo el mundo de ayudar a sus pobres.
El programa, llamado “Bolsa Familia” en Brasil, pasa por diferentes nombres en diferentes lugares. En México, donde comenzó a nivel nacional y ha sido igualmente exitosa en la reducción de la pobreza, es “Oportunidades”. La idea es dar pagos regulares a las familias pobres, en forma de efectivo o transferencias electrónicas en sus cuentas bancarias, si cumplen con ciertos requisitos. Los requisitos varían, pero muchos países emplean los utilizados por México: las familias deben mantener a sus hijos en la escuela e ir a chequeos médicos regulares, y la mamá tienen que asistir a talleres sobre temas como la nutrición o la prevención de enfermedades.
Bolsa Familia en la actualidad cubre cerca de 50 millones de brasileños, alrededor de una cuarta parte del país. Está claro que con Bolsa Familia se ha reducido la pobreza en Brasil. Pero la investigación también ha revelado recientemente su papel para permitir que el Brasil pueda reducir la desigualdad económica.
Brasil y México han tenido mucho éxito en reducir la pobreza, especialmente la pobreza extrema, y ha comenzado a cerrar la brecha de la desigualdad.




En el México de hoy, la desnutrición, anemia y retraso del crecimiento se han reducido, al igual que la incidencia de las enfermedades infantiles y de adultos. La mortalidad infantil se ha reducido. El uso de anticonceptivos en las zonas rurales ha aumentado y el embarazo en adolescentes ha disminuido. Pero los efectos más dramáticos son visibles en la educación. Los niños de Oportunidades, repiten menos grados y permanecer en la escuela por más tiempo. En las zonas rurales, el porcentaje de niños que ingresan a la escuela media ha aumentado un 42 por ciento.
Bolsa Familia está teniendo un impacto similar en Brasil.

Para los escépticos que creen que los programas sociales no funcionan en los países pobres y que la mayoría de lo que se gastó en ellos se lo roban, los programas de transferencia condicional de efectivo ofrecen una refutación convincente. Éstos son programas que ayudan a las personas que más necesitan ayuda, y lo hacen con muy pocos residuos, corrupción o interferencia política”


En Argentina se vive un proceso muy similar, que cuenta esta nota:


“Con 4,5 millones de niños cubiertos, la implementación de la Asignación Universal por Hijo (AUH) estaría logrando los objetivos que se había trazado en un principio el gobierno nacional, de reducción drástica de la indigencia, cuya tasa cayó más del 50%.
Según el informe del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA), elaborado a fines del año pasado en base a la información oficial del tercer trimestre de 2010, “el impacto de la AUH resulta mucho más significativo al evaluar la reducción que experimentaría la indigencia, la cual pasaría del 6,6% de la población al 3,2% tras la ampliación del régimen. La disminución a poco más de la mitad de la incidencia de la indigencia en la población, permitirá que abandonen dicha condición 1,4 millones de personas”.
En el caso de la pobreza, la tasa cayó en un 13%, llevando el porcentaje de población bajo esa línea desde el 24,8% al momento de la implementación de la AUH, al 21,6% a fines de 2010. Aunque la reducción de la tasa es limitada, debe tenerse en cuenta que se trataría del abandono de la situación de pobreza de más de 1,3 millones de personas. Entre los niños y adolescentes, la incidencia de la pobreza se reduciría de 37,5% al 31,7%. La mayor incidencia de la pobreza en los hogares que incluyen menores de edad entre sus miembros muestra lo acertada que fue la decisión de crear la AUH”.




Algo parecido comienza a observarse en la distribución de la riqueza:
“Por primera vez desde la recuperación de la democracia, la economía argentina logró revertir la tendencia histórica a la concentración en la distribución del ingreso inaugurada con la dictadura militar de 1976, encaminándose hacia los niveles existentes previos al golpe militar que le arrebató el poder al peronismo.
De acuerdo a datos oficiales, el 10% de las familias de menores recursos recibieron en el tercer trimestre de 2010 ingresos que son, en promedio, casi 17 veces menores a los del 10% de los hogares más ricos.
Esa misma brecha era de 12 veces en el año 1975, y tras la hecatombe que sobrevino a la salida de la Convertibilidad alcanzó su pico máximo de desigualdad: 32 veces.
Aunque los expertos reconocen que todavía persisten niveles altos de desigualdad en la distribución de la riqueza que genera el país, desde el tercer trimestre de 2003 se inauguró un ciclo económico que permitió un cambio de patrón en el comportamiento de los indicadores sociales ligados a la equidad distributiva”

Post del blog de Aldo Ulises Jarma

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