sábado, 25 de diciembre de 2010

CIRCO PARA EL PUEBLO


M. Luz Gómez


Circo para el pueblo. Así se animan a catalogar algunos la política económica social que se expresa concretamente, y entre otras cosas, en la Asignación Universal por Hijo. Propuesta que si bien se presenta como la más aceptada en el país (y para comprobar esto pueden consultarse diversas y varias fuentes), tiene sus detractores, movilizadores de ideas que incentivan la violencia social encarada en la lucha contra el pobre (no la pobreza) y que fácilmente encuentran voz en algunos grupos que ingenuamente (y no tanto) las enarbolan y promueven.

La desmitificación de algunas de estas ideas puede ser clave en este debate. La primera de estas es la falaz dicotomía trabajador vs. pobre vago, sustentada en la creencia tan arraigada de que el pobre está acostumbrado a que le den, cosa que equivale a pensar que el pobre es pobre porque quiere. Esta idea no solo es una forma bastante (perdone el lector) estúpida e ingenua de analizar la pobreza sino también de lo más cruel y morbosa. ¿Realmente puede considerarse que una persona que ha nacido, crecido, vivido en las más precarias e injustas condiciones no quiera abandonar ese estado para satisfacer dignamente no solo sus necesidades sino también las de su familia? ¿Que le resulten cómodo y agradable el hambre, la insalubridad, la ignominia? ¿Que lucre con su necesidad y la de sus hijos (si a recibir 220 pesos, cuando algún gobierno lo pone en su política, se le puede llamar lucrar comparado con los grandes negocios verdaderamente “lucrativos” que los menos pobres y más ricos realizan)? No, no resulta creíble.

Entiéndase: no se elige ser pobre, acá se nace pobre y las condiciones socioeconómicas que implica la pobreza acarrean una exclusión macabra de la cual los niños son las principales víctimas ya que no solo maman el rechazo y repudio de la sociedad sino que se proyectan en él. Romper ese círculo vicioso parece ser hoy “tarea” del estado y en este punto radica la crisis de responsabilidad social. Se reclama por un estado que se haga cargo de la situación, genere empleos, disminuya la pobreza, etc. Pero ¿se entiende quién es el estado? Lo es usted, nosotros, todos… por lo que no es desatinado que una política económico-social como la AUH encuentre sus recursos financieros en el estado, puntualmente en el Fondo de Garantía de Sustentabilidad.

Y esto nos da pie para desmitificar una segunda idea, aquella que promueve el temor a que se malgasten los fondos de la ANSES; temor basado en el desconocimiento frente a lo cual solo caben explicaciones.

El FGS de la ANSES está formado por los recursos que integraban las cuentas de capitalización individual de los afiliados y beneficiarios al Régimen de Capitalización Individual. Estos recursos se invierten en la economía real para aumentar la producción de bienes y servicios (para lo cual se necesita mano de obra, es decir, trabajadores) y efectivizar la demanda de productos (consumo) generando un aumento en la actividad económica que directamente implica recaudación fiscal. De esta recaudación, se destina un porcentaje al Sistema Previsional Argentino y otro a la reinversión por medio del FGS, dando seguridad no solo a los trabajadores que aportan sino también aumentando el número de estos a través de nuevos puestos de trabajo en blanco. La AUH “es” una de estas tantas inversiones, puntualmente una inversión social en el presente para el futuro… Por lo cual no hay pérdidas sino ganancias…las últimas cifras lo indican.

Ahora bien, siguiendo la lógica de este modelo, ¿le sigue pareciendo injusto y deshonesto que se utilicen estos fondos, nuestros fondos (no los previsionales sino los del FGS), de una manera “virtuosa” (es decir, sin pérdidas ni robo ni disminución de ninguna recaudación, menos aún la de su jubilación) para que se asegure que un niño hoy vaya a la escuela, se alimente y se cuide su salud con la intención de que mañana sea un trabajador? Piense bien, ¿es tan vergonzoso e irritante que se le den 220 pesos a un padre o madre desocupado/a que, aunque todavía le cueste aceptar, no es culpable de su condición sociohistórica y menos aún de la de sus hijos?

Última desmitificación: indignante es saber que con nuestros fondos, los de nosotros los trabajadores, se han pagado y se están pagando las grandes jubilaciones, pensiones y cuantos – ones de privilegios existan, de los más grandes y verdaderos ladrones, vagos y corruptos de nuestra historia. Lo que montan para que no nos percatemos de esto, y no a la Asignación Universal por Hijo, es a lo que nosotros llamamos “circo”.

Río de Palabras

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